domingo, 25 de junio de 2017

ILUSIONES AMARRADAS


Tenemos una medida para cada cosa, tanto que muchas veces queremos medir, cuánto amor cabe en un corazón, cuánto compromiso es suficiente para las cosas importantes, cuánta pasión es necesaria para vivir la vida como una aventura sin límites. Sin embargo para nada de eso hay medida por la sencilla indeterminación de los contextos en los que sucede cada momento.

El solo hecho de mencionar ilusiones nos transporta a mundos, unos donde todo es fantástico y surreal, quizá utópico y a veces tan verdadero que flotamos en las mentiras que nuestro cerebro nos hace creer, otros donde sencillamente hay un caos ocasionado por la exagerada forma de creer que lo que hacemos es suficiente para alcanzar los estados máximos de felicidad a los que malacostumbramos a nuestro cerebro para que como casi siempre se sienta insatisfecho por no haber podido superar las expectativas.

Y sin medida pero dosificando la cantidad de ilusión que brota mi malacostumbrado cerebro, o quizá mi corazón que dice ser frio, fue cuando la quise ver entrar y sentarse justo a mi lado, saludarme de forma habitual y conversar sobre nuestras ideas de conquistar al mundo; fueron realmente pocas las oportunidades que tuve, pero fueron las suficientes para comprender que estaba frente a una excepción de la vida, de esas que cuando se está acabando el mundo te recuerdan que “todo va a estar bien”, y es cuando encaja a la perfección la frase de cajón: “parece que el mundo conspiró para que todo sucediera de esa forma” y así después de un tiempo, la volví a conocer.

Como nada es perfecto, es necesario traer a ésta mesa a todas esas personas que nos falta el centavo pa’l peso en el amor, esas a las que les llamo personas de ilusiones amarradas, que según somos los más sensatos pero no tenemos la sensatez suficiente para tomar decisiones sin el miedo de salir herido o “cagarla” sin razón; a esas que según tenemos la capacidad de identificar con meridiana claridad a la persona que vale la pena, pero que ni aun sabiéndolo tomamos el riesgo de lanzarnos sin miedo a los raspones que el viaje puede ocasionar.

La mejor parte de la historia es que la ilusión se produce porque si, quizá no sea algo tan natural como respirar, pero nace hasta del más roto de los corazones y brota de las quemada de las cenizas, y aun así, sigue siendo inexplicable por qué amarramos las ilusiones. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario