sábado, 27 de septiembre de 2014

EL INADVERTIDO


Casi usual, sentado en una silla aleatoria de cualquier rincón de ese lugar escuchando las mismas canciones y viendo la misma gente, hacer, cantar y beber las mismas cosas mientras que mi mente filosofa a cerca de lo que sucede en el entorno.

¿Qué hago aquí? Siempre solo, ¿qué me trajo aquí? ¿Qué los trajo aquí? Olvido lo sencillo de las cosas, olvido recordar no complicarme, olvido que la mayoría de la gente solo vive para repetir, para hacer y decir las mismas cosas de siempre, para vivir y morir sin trascendencia y dentro de esa intrascendencia hacer sentir inadvertidos en un espacio de tiempo a quienes nos desbordamos en visión.

Ni tan tan, ni muy muy, solo la persona que viste y calza, que camina y danza, que opina y no descansa, que comienza y no para que sigue buscando la estrella que lo haga brillar, pero que en el camino nadie parece admirar.

De la mano acariciados, de miradas que se entienden por si solas, de caricias espontaneas, movimientos intuitivos, sensuales instantes, románticas estrofas, sencillos roces, se prende el calor, se eleva la temperatura, mientras yo podría congelar 3 infiernos enteros con todos sus demonios, no por falta de ganas, no por desanimo, es por las mismas tres razones de siempre que cada día que pasa menos se entienden y más fuertes se sienten. Así transcurren 5 agridulces horas que llevan a un espacio de nada, a un hueco que hace pensar inexistencias, que te hace confundir la locura con la cordura, que te nubla y te nula, que de repente te acaba y sigue careciendo de poder y encuentro al final que ni se oye, ni se ve, ni se entiende, ni se comprende, así va esta especie de locura.

No falta la risa, no falta el contoneo, no falta el público disfrute, pero lo que allí dentro hay, lo que no se conoce ni tiene porque conocerse, las muchas ganas que a veces dan de hacer lo mismo que todos hacen, cantar, bailar y hacer lo mismo, las manos sudadas, los cuerpos ardiendo, la espontaneidad latiendo, el sencillo roce imponiéndose, las miradas hablando por si solas. ¿Pero es eso lo que me falta? Me digo mientras canto yo en un idioma que pocos quieren entender, mientras disfruto de esa acompañada soledad que oportunamente llega a salvar la noche, pero que ni la de la falda, ni la del vestido, ni la de aquel hermoso cabello pueden ver, porque sigo estando inadvertido, porque todos hacen lo mismo en sus diferencias, mientras yo yazco sentado en la aleatoria silla filosofando lo mismo de lo mismo.

¡Y soy un total desgraciado! ¿Es que carezco de esos talentos simples?, ¿Es que no soy del mismo mapa genético?, ¿Tengo la piel de Casper, el aliento de un pantano, el rostro de un monstro?, y bueno, esa delicadeza no es ni será, porque cada negativo tiene su positivo, y sea yo el – o el + en alguna parte estará esa escultura negativa o positiva, ese cabello, esas puntiagudas tetas, la que me conduzca sin tapujo a su alcoba y pose mi mano entre sus piernas, la que entienda que mi cabeza es un mundo alterno, que mis pensamientos son de otras esferas, que no son superiores o inferiores, que simplemente trascienden, no son de la corriente ni van en contra de ella, son implemente un lapsus que hay en este ecosistema de gente que no puedo definir, de cuerdos que no saben para donde van, de locos que están conquistando el mundo, de buenos arrastrados y malos triunfantes, de gente como yo que solo dice: ¡I’m on ma level bitch!