viernes, 28 de septiembre de 2012

RECOPILACIONES DE ALGUNAS TRISTEZAS BASADAS EN EL PASADO.


LOS OTOÑOS DEL DOCTOR:

Hay momentos en los que me resulta fácil escribir sobre la tristeza y todos sus efectos secundarios, como si tuviera un Ph.D. en ello, nada peor que ver el horizonte y no encontrarle sentido a la vida, nada peor que levantarse sin esperanzas a repetir exactamente lo mismo del día anterior, nada peor que vivir sin ilusiones y peor que todo ello junto, vivir sin amor.

Los días transcurren es una normalidad sosegada, sin altos ni bajos que  hagan las cosas diferentes, con un especial toque de no hay nada que hacer, con un sabor insípido y un miedo a fracasar que ninguna cátedra de vida o actitud positiva puede cercenar. Parece que todo viviera eternamente en otoño, como si la brisa de la primavera no asomase sus fases en este lugar.

Se alcanza a sentir que tomamos todas las malas decisiones posibles para vivir en ese estado, tratamos de justificar el porqué a tantas cosas malas, y muy a pesar que hayan buenas, nos cegamos y creemos que no merecemos lo que nos está pasando. Y en el mundo de celebra la vida ya tenemos la puerta cerrada.

Nos hacemos falsas ideas sobre una trágica situación que no existe y probablemente nunca exista, insistimos en creer que todos a nuestro alrededor son los más felices, sentimos copas que brindan, música que suena y pies que danzan al compas de una alegría eterna que parece que nunca nos acogerá a nosotros.

Nuestros ojos casi yacen, están vacios, coloquialmente plenos de desilusión, a gemas de lágrimas, a ideas de nadie  nos puede ver así,  el momento crítico del encierro, el sábado cuando todos festejan, las quincenas cuando no recibimos pagas, el aniversario de las perdidas, cuando se alguien se va y no regresa, cuando alguien no nos quiere, cuando somos rechazados, cuando somos despreciados, cuando somos los que tenemos que partir, cuando todo está mal, y nada está bien, cuando reír es una odisea, y vivir y disfrutar no se llevan de la mano.

Somos unos muertos vivos, y todo sinónimo se convierte en antónimo, no hay frio que nos quite el calor, ni fresco que nos refresque, no agua que limpie, ni jabón que desinfecte, día lluvioso que no moleste y soleado que fastidie, donde cada canción que suena destroza los oídos, cada imagen es devastadora, cada palabra es desánimo y aunque todo el exterior es un asco, el interior sigue siendo peor en miseria y habitabilidad.

Nos existen fronteras que cruzar, porque todos los sueños están destruidos, no hay son al que bailar, porque la vida se convierte en un desierto sin oasis, no hay sed que calmar, porque no existe ni agua salada para beber, no hay hambre, porque aunque abunde la comida, las ganas de acabar con algo que Hay momentos en los que me resulta fácil escribir sobre la tristeza y todos sus efectos secundarios, como si tuviera un Ph.D. en ello, nada peor que ver el horizonte y no encontrarle sentido a la vida, nada peor que levantarse sin esperanzas a repetir exactamente lo mismo del día anterior, nada peor que vivir sin ilusiones y peor que todo ello junto, vivir sin amor.

Los días transcurren es una normalidad sosegada, sin altos ni bajos que  hagan las cosas diferentes, con un especial toque de no hay nada que hacer, con un sabor insípido y un miedo a fracasar que ninguna cátedra de vida o actitud positiva puede cercenar. Parece que todo viviera eternamente en otoño, como si la brisa de la primavera no asomase sus fases en este lugar.

Se alcanza a sentir que tomamos todas las malas decisiones posibles para vivir en ese estado, tratamos de justificar el porqué a tantas cosas malas, y muy a pesar que hayan buenas, nos cegamos y creemos que no merecemos lo que nos está pasando. Y en el mundo de celebra la vida ya tenemos la puerta cerrada.

Nos hacemos falsas ideas sobre una trágica situación que no existe y probablemente nunca exista, insistimos en creer que todos a nuestro alrededor son los más felices, sentimos copas que brindan, música que suena y pies que danzan al compás de una alegría eterna que parece que nunca nos acogerá a nosotros.

Nuestros ojos casi yacen, están vacíos, coloquialmente plenos de desilusión, a gemas de lágrimas, a ideas de nadie  nos puede ver así,  el momento crítico del encierro, el sábado cuando todos festejan, las quincenas cuando no recibimos pagas, el aniversario de las perdidas, cuando se alguien se va y no regresa, cuando alguien no nos quiere, cuando somos rechazados, cuando somos despreciados, cuando somos los que tenemos que partir, cuando todo está mal, y nada está bien, cuando reír es una odisea, y vivir y disfrutar no se llevan de la mano.
Somos unos muertos vivos, y todo sinónimo se convierte en antónimo, no hay frío que nos quite el calor, ni fresco que nos refresque, no agua que limpie, ni jabón que desinfecte, día lluvioso que no moleste y soleado que fastidie, donde cada canción que suena destroza los oídos, cada imagen es devastadora, cada palabra es desánimo y aunque todo el exterior es un asco, el interior sigue siendo peor en miseria y habitabilidad.

Nos existen fronteras que cruzar, porque todos los sueños están destruidos, no hay son al que bailar, porque la vida se convierte en un desierto sin oasis, no hay sed que calmar, porque no existe ni agua salada para beber, no hay hambre, porque aunque abunde la comida, las ganas de acabar con algo que supuestamente se creó por amor son más inminentes que el preludio de su inicio.

Aunque ya nada tenga sentido, aunque las lagrimas ya no salgan, aunque ya no queden errores por cometer, ni desilusiones por conocer, y en ese momento, en ese preciso momentos cuando algo positivo parecía salir de ese pedazo de vida, de ese pedazo de situación, de ese pedazo de lugar, donde ni siquiera puede ser gris, porque nada tiene color, en ese justo instante cuando algo parecía rescatarse de ese estado, es cuando todo acaba. Y eso es la tristeza. Se creó por amor son más inminentes que el preludio de su inicio.

Aunque ya nada tenga sentido, aunque las lagrimas ya no salgan, aunque ya no queden errores por cometer, ni desilusiones por conocer, y en ese momento, en ese preciso momentos cuando algo positivo parecía salir de ese pedazo de vida, de ese pedazo de situación, de ese pedazo de lugar, donde ni siquiera puede ser gris, porque nada tiene color, en ese justo instante cuando algo parecía rescatarse de ese estado, es cuando todo acaba. Y eso es la tristeza.

DOLORES INSUFRIBLES:

Estoy al vacio, sin fondo donde caer, parece que todo se hubiese ido de mi vida y el lugar donde veía la luz se pierde dentro de la oscuridad. Hay tantas cosas alrededor que no permiten el encuentro, mil obstáculos que se convierten en inderogables porque ya nadie quiere creer que es posible, que si se puede lograr.

Sentí que daba lo mejor de mí, que hacia todo lo posible por alcanzar cada cosa que me propuse, pero entre caída y caída y mil tantas que me levante no encontré el apoyo que necesitaba, me siento atascado en reversa, que ya no hay luz que me guie hacia el lugar que cure mis heridas.

Estoy muy enamorado de la vida para dejarme caer, y ahora siento que no vale la pena seguirlo intentando, no porque no quiera hacerlo, si no porque no vale la pena tener éxito si no hay quien te aplauda. Ahora las lágrimas caen en mis manos, es inevitable toda esta pérdida de tiempo, porque siento que he perdido cosas que no puedo reemplazar, siento que ni siquiera puedo encontrar algún motivo que alivie todo esto que estoy sintiendo ahora mismo.

El camino se hace eterno y no hay aires que divisen la frescura de un paraíso, ahora cuando llueve todo va rio abajo y no puedo contener todo eso que entre mis manos se va, estoy tan abajo que ya no puedo ver bien, y es que estoy tan cansado de intentarlo que ya ni sé si lo quiero lograr, ya no sé porque pasa lo que pasa.

Si es un lamento, si lo es porque lo quiero hacer, es un momento de derrota, un momento de dolor, de duda y hasta de fracaso, porque he perdido una, otra y otra vez más, he perdido lo que con esfuerzo y corazón he laborado, he perdido una y otra vez la lucha de lo que necesito, y mientras tanto otros me pavonean tener lo que quieren, yo solo me siento cansado de esperar mi tiempo, de esperar la hora del encuentro, de ver que venga hacia mí.

Yo escucho siempre que cumplen sus sueños, que están con la persona que aman, siento que se ha acabado. Yo siempre he deseado lo mejor para los demás, siempre he querido que todo vaya bien, pero duele, duele este instante cuando como agua en las manos se va todo y sientes que no tienes nada, que ya no hay días de gloria.

Y no tengo arrepentimientos, he herrado tal cual los demás, tengo defectos como todos, he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión; pero ¿acaso he sido el único?, duele, duele dentro, en el corazón.

LAMENTACIONES WITH NO PARANOIA:

Y no puedo dejar de pensar en todas estas cosas malas que me pasan, que en el fondo no son tan malas, pero es que cada segundo que pasa es más difícil de vivir, rodeado de cosas que te disgustan, de aprietos que no inventaste, de situaciones que no planeaste de consecuencias asumidas de actos que no cometimos, de tristezas que a veces no sabemos porque sentimos. Todo el mundo hablándote de paciencia, de fe, de fortaleza, de justicia, pero en realidad el tiempo sigue pasando y la espera es como un calvario, porque siento que cada día que pasa hay menos oportunidad de esas cosas que me propuse con horas y fecha, y aunque por perfeccionista y amargado mi estrés viva en un 1000% no podre estar tranquilo hasta el día que esas cosas logre alcanzar yo.

Pienso que a veces en lugar de lagrimas me puede salir aceite, y siempre de momento en momento me rehúso a pensar que la vida me ha maltratado, porque no me dio un padre que me acompañara, me aconsejara, me viera crecer, me dio un defecto con el que la vida se me hecho menos fácil de vivir, defecto que todos creen no es gran cosa frente a otros, pero que en el fondo, no sabría como asumirlo, con enfrentarlo, como darse el valor que en ciertos aspectos cuando los demás deben dártelo no lo hacen.

Vivo suspirando por las frustraciones, por las inseguridades, por todo lo que no hay, y yo mismo me digo que tengo tantas cosas a mi alrededor, que he sido bendecido con tantas cosas, con tantas personas maravillosas que tengo el placer de conocer, que Dios a pesar de no haberme dado la normalidad, me dio otros donen que muy pocos poseemos, me dio entendimiento, muchas cosas que pocos conocen, me dio la personalidad, me dio tanto en realidad. Y vuelvo al mismo lugar donde encuentro la realidad con la que no puedo ser feliz, porque en ella no hay muchos sentimientos, en ellas hay un eterno vacío que creo que jamás podre llenar y es algo que va mucho más allá de positivismo, entusiasmo o seguridad.

Las cosas cambian en dos por tres, de la noche a la mañana, en un instante, en un giro de 180° y espero que eso pase pronto, que se presenten las oportunidades, que se abran los caminos, que pueda yo entrar a esas realidades, que lo que me auguran los demás se cumpla ya.

Ya no puedo quejar, ya todos conocen mi problemática y lo que me afecta no es tener problemas, todos los tenemos, me afecta que sean los mismos y no los pueda resolver, me afecta que son los mismos y no he sido capaz de salir de ellos.