¿Para dónde queremos ir los colombianos?
Antes que todo quiero citar el hecho que no cuento con
ningún reconocimiento público como gran académico, ni como funcionario de la
nación, ni como nada que me haga destacar dentro de la geografía nacional, debo
decir que soy simplemente un ciudadano del común, pero a pesar de ello, mi
opinión cuenta igual que la de todos, hace parte de mi ideología y la defenderé
porque es ello lo que me hace autentico y activo dentro de la sociedad, todo
ello dentro de los términos ecuánimes de un respeto ( como quien dice del
daquetevienendandoísmo).
Los más de 3.751.000 colombianos que le otorgaron el triunfo al
candidato de Centro Democrático, en mi opinión son un retrato de la auténtica
politiquería efectiva que se trata de escuchar y creer en las cosas que
queremos oír, aplaudir como pendejos, corear el nombre del candidato y sobre
todo convencernos que las promesas hacen parte de un virtual cambio en su
periodo de gobierno a ser electo, pero realmente es lo mismo. Yo no pretendo decir
que Juan Manuel Santos es la opción dentro de las opciones, que es quien
representa mi ideología y mis sueños, que es la persona que creo que le puede
dar un giro positivo a este país, que con mi voto es quien pretendo que las
cosas van a cambiar. ¡Santos no es un Santo! Pero de lejos es mejor que Uribe,
porque desde que fue electo presidente por primer vez solo hemos podido ver su
hambre descarriada de perpetuarse en el poder, y vemos en muchos países las
razones claras de los efectos que tiene la perpetuación de una sola persona en
el poder (dictadura, monopolización, beneficios sectorizados, bajos niveles de
educación, y por encima de todo el incremento en los niveles de ignorancia de
la gente).
A través del candidato Zuluaga permitiremos el tercer gobierno de
Uribe, que nos trajo aumentos en los impuestos, disminución de las buenas
condiciones laborales, épocas en las que fuimos reconocidos como el país de la
bala, y quien ha hecho que el tema de la salud sea un caos total en
nuestro país. Desde ahora está diciendo cuáles serán sus decretos a partir del
7 de agosto, ¿Ya se cree presidente? Para dónde quieren ir esos colombianos que
critican y critican y no hacen nada, que solo están en sus casas sentados sin
contribuir a la creación de un mejor país, que no votan, porque ayer los
grandes derrotados no fueron ni Santos ni Peñaloza, los grandes derrotados
fueron nuestro país y la democracia; de igual manera los grandes ganadores no
fueron ni Zuluaga ni el abstencionismo si no la realidad del tráfico de los
votos a través de los incentivos y las excusas estúpidas de los muchos que
no salieron a depositar sus votos en las urnas.
Colombia en definitiva es un país sin memoria, al que le han
cortado las alas, al que no es que le hayan sobrado gobernantes que la hayan
manejado mal, ni falta de credibilidad en la dirigencia, si no electores
que han encarecido en decisiones compradas y en activismo social en la defensa
de nuestro país, de nuestra tierra, de nuestra bandera.
La decisión no la tengo yo, no la tiene mi movimiento, no la tiene
el partido de Unidad Nacional, no la tiene Juan Manuel Santos, pero a veces
siento que la decisión la tiene Uribe, y me da miedo que él sea para mi país lo
que fue Chávez para Venezuela, que se convierta en ese ídolo mirado como
redentor capaz de darle el cielo y la tierra a todos sus compatriotas, en ese
ídolo que polarice al país, que pretende ser un Dios y que disfrace los
beneficios a unos cuantos con palabras bonitas que enamoran y hacen babear a
sus seguidores creyendo que lo que declara es el camino y la forma en la que el
país se debe regir.
Mi esperanza a pesar de todo lo que sé que implica la política
está en manos de los colombianos, los que votaron y los que no, que encuentren
en su interior que es lo que merece el país, y aunque ninguno de los candidatos
sea Jesús de Nazaret, los hechos hablan por sí solos y de lejos es fácil hallar
una opción para nuestra patria.
¡QUE VIVA COLOMBIA!