lunes, 26 de mayo de 2014

"DAQUETEVIENENDANDOISMO"

¿Para dónde queremos ir los colombianos?

Antes que todo quiero citar el hecho que no  cuento con ningún reconocimiento público como gran académico, ni como funcionario de la nación, ni como nada que me haga destacar dentro de la geografía nacional, debo decir que soy simplemente un ciudadano del común, pero a pesar de ello, mi opinión cuenta igual que la de todos, hace parte de mi ideología y la defenderé porque es ello lo que me hace autentico y activo dentro de la sociedad, todo ello dentro de los términos ecuánimes de un respeto ( como quien dice del daquetevienendandoísmo).

Los más de 3.751.000 colombianos que le otorgaron el triunfo al candidato de Centro Democrático, en mi opinión son un retrato de la auténtica politiquería efectiva que se trata de escuchar y creer en las cosas que queremos oír, aplaudir como pendejos, corear el nombre del candidato y sobre todo convencernos que las promesas hacen parte de un virtual cambio en su periodo de gobierno a ser electo, pero realmente es lo mismo. Yo no pretendo decir que Juan Manuel Santos es la opción dentro de las opciones, que es quien representa mi ideología y mis sueños, que es la persona que creo que le puede dar un giro positivo a este país, que con mi voto es quien pretendo que las cosas van a cambiar. ¡Santos no es un Santo! Pero de lejos es mejor que Uribe, porque desde que fue electo presidente por primer vez solo hemos podido ver su hambre descarriada de perpetuarse en el poder, y vemos en muchos países las razones claras de los efectos que tiene la perpetuación de una sola persona en el poder (dictadura, monopolización, beneficios sectorizados, bajos niveles de educación, y por encima de todo el incremento en los niveles de ignorancia de la gente).

A través del candidato Zuluaga permitiremos el tercer gobierno de Uribe, que nos trajo aumentos en los impuestos, disminución de las buenas condiciones laborales, épocas en las que fuimos reconocidos como el país de la bala, y quien ha hecho que el tema de la salud sea  un caos total en nuestro país. Desde ahora está diciendo cuáles serán sus decretos a partir del 7 de agosto, ¿Ya se cree presidente? Para dónde quieren ir esos colombianos que critican y critican y no hacen nada, que solo están en sus casas sentados sin contribuir a la creación de un mejor país, que no votan, porque ayer los grandes derrotados no fueron ni Santos ni Peñaloza, los grandes derrotados fueron nuestro país y la democracia; de igual manera los grandes ganadores no fueron ni Zuluaga ni el abstencionismo si no la realidad del tráfico de los votos a través de los incentivos y las excusas estúpidas de los muchos que no  salieron a depositar sus votos en las urnas.

Colombia en definitiva es un país sin memoria, al que le han cortado las alas, al que no es que le hayan sobrado gobernantes que la hayan manejado mal, ni falta de credibilidad en la dirigencia, si no electores  que han encarecido en decisiones compradas y en activismo social en la defensa de nuestro país, de nuestra tierra, de nuestra bandera.

La decisión no la tengo yo, no la tiene mi movimiento, no la tiene el partido de Unidad Nacional, no la tiene Juan Manuel Santos, pero a veces siento que la decisión la tiene Uribe, y me da miedo que él sea para mi país lo que fue Chávez para Venezuela, que se convierta en ese ídolo mirado como redentor capaz de darle el cielo y la tierra a todos sus compatriotas, en ese ídolo que polarice al país, que pretende ser un Dios y que disfrace los beneficios a unos cuantos con palabras bonitas que enamoran y hacen babear a sus seguidores creyendo que lo que declara es el camino y la forma en la que el país se debe regir.

Mi esperanza a pesar de todo lo que sé que implica la política está en manos de los colombianos, los que votaron y los que no, que encuentren en su interior que es lo que merece el país, y aunque ninguno de los candidatos sea Jesús de Nazaret, los hechos hablan por sí solos y de lejos es fácil hallar una opción para nuestra patria. 

¡QUE VIVA COLOMBIA!

viernes, 23 de mayo de 2014

¿CITAVINCIANOS O PROVINTADINOS?


Siempre he tenido esos delirios de gran ciudad, la mayoría de quienes me conocen lo saben, pero ahora estoy aquí, en este pueblo en el que no nací, pero me vio crecer que es más importante, y aunque esos delirios no están satisfechos, estoy aquí en este lugar que me ha dado casi todo lo que soy y lo que tengo y a veces existen esos sentimientos encontrados, el dilema, el llamado orgulloso de ser provinciano o el altivo delirio de citadino.

Las melodías que escucho, los sonidos suburbanos, las experiencias audiovisuales que tengo me conectan fuertemente con ese mundo que en el fondo deseo, las luces de neón iluminando la ciudad, la rara libertad que se experimenta aun estando atrapado en esa selva de concreto, el extraño placer que produce el estrés de la rutina y el tráfico, las innumerables actividades y opciones que te brinda estar en medio de tanta gente, y tantos detalles que me identifican que me transportan y me llaman a estar ahí, a formar parte de ese mundo; pero estoy donde estoy y no es malo como muchos han de creer, la experiencia de respirar un aire libre, la experiencia de estar dentro de pocas personas en comparación con la ciudad, pero su calidez se cuadruplica, la experiencia de lo mismo y lo mismo, pero de reinventar y de usar lo mismo de varias maneras, donde ves a las personas desde sus raíces y te sientes tan identificado igualmente, porque hay autenticidad, hay pueblo, hay valores, hay esa cosa que te apega que te dan ganas de nunca irte, hay ese no sé qué   que aunque no todo sea ni tan estético ni tan sutil te atrae y te hace permanecer, te hace volver.
Pero en estos días que vivimos la situación no depende tanto del sueño, porque hay muchas otras circunstancias detrás, depende más bien de tus intereses, de que es lo que quieres hacer en la vida, de qué clase de personas te quieres rodear, que clase de actividades quieres realizar, tanto a nivel laboral como a nivel lúdico, y he ahí los dilemas, porque muchas veces no está eso en el mismo lugar y nos dividimos, porque eso que queremos tener esta en ambos lugares y entra en juego lo trascendental para la toma de una decisión .

Creo que a la mayoría les genera más atractivo la ciudad, por su grandeza y numerosidad de oportunidades, pero ¡mentira!, las oportunidades las creamos y aunque sea demagogia, las cosas se pueden conseguir, se pueden obtener, porque las ciudades no son las grandes, los grandes somos nosotros que crecemos, que cambiamos, que trabajamos y que logramos. Y aunque las ciudades satisfagan mayores necesidades que un pueblo, te brinden ese brillo, ese estilo, esa vibra, ese confort, esas “oportunidades”, esa variedad, tantas cosas que un pueblo no, ¡nunca!, ¡jamás! tendrá eso que a un pueblo le sobra: ¡LA GENTE! porque como dicen por ahí: somos gente sabrosa, gente descomplicá, y a pesar de todo gente con estilo y autenticad y eso es el pueblo.


Y yo sigo en el dilema, porque hay muchas cosas en ambas que me gustan que quisiera tener en mi vida, pero le gana la batalla mis intereses. Benditos aquellos que han logrado encontrar todo eso en alguno de esos lugares, pero mis respetos y mis buenos deseos para los que tienen la grande oportunidad de batirse entre un lugar y otro, porque eso es un lujo, ser de la raza de los citavincianos o de los provintadinos, ustedes verán.