lunes, 26 de junio de 2017

VUELVEN LAS CALILLAS A CLASE


Lunes 26 de junio de 2017, 5: 23 p.m.

Mañana luego de más de un mes de huelga de los educadores en Colombia, vuelven finalmente los estudiantes oficiales de la primaria y secundaria a las aulas de clase, motivo por el cual ni debería estar escribiendo ésta película ya que es triste que por un periodo tan prolongado de tiempo los niños y jóvenes hayan estado privados de su derecho a la educación, los pobres señores mototaxistas y demás del gremio de transportadores privados de su derecho a “la barba”, los de la cafetería, los de la avena y los muslitos de pollo afuera del colegio, los pobres pelaos sin merienda y ni decir de los padres aburridos que no tenían ya qué poner a hacer a los pelaos, sobre todos esos que son “que cule de calilla metida en el culo” (eso dice mamá, no me pregunten qué significa, porque no sé).

Pero hay una parte preocupante de toda ésta historia y sigue siendo la memoria de los colombianos, que no sé en qué clase de “Puerto Mocho” la dejaron olvidada. Al inicio de la huelga y durante ella, fue muy importante el apoyo que algunos padres mostraron vía redes sociales, y el sinnúmero de usuarios de ellas que a punta de twits y likes pretenden proteger al mundo de la devastación y unir a los pueblos dentro de nuestra nación, pero que al fin de los  días terminan siendo más improductivos e innecesarios que Jessie y James, (si, los del equipo Rocket, esos mismos).

Los estudiantes, niños o jóvenes, independiente del poder adquisitivo de sus padres, en gran mayoría no tenían idea de todo lo que estuvo puesto sobre la mesa de negociación entre el gobierno y los representantes de Fecode, inclusive los mismos ciudadanos nunca nos enteramos plenamente del si el pliego de peticiones de la federación fue justo, o de las razones por las que el gobierno no puede responder a la obligación de satisfacer el tan fundamental derecho a la educación. Sin embargo, no hay plazo que no se venza ni fecha que no se cumpla, y para bien de los estudiantes (se supone), se firmó un acuerdo que permitió acabar la huelga y finalmente volver a las aulas.

Ver en redes sociales tantas marchas, tantas fotos, tanta información falsa y tanta información arreglada hizo que me saturara y que en algún momento no quisiera saber nada al respecto, ello mezclado con el remordimiento de sentirme desinteresado con una situación que estaba afectando gravemente a una nación entera, ya que no son solo los docentes y alumnos quienes dependen de ello, si no el sinnúmero de ciudadanos que gracias a éste universo desarrollan actividades económicas y que consecuentemente dinamizan la rutina social.

A la gran mayoría, así como a mí, nos pasó. Pasó que era muy fácil echarle la culpa a alguien más, que la culpa era de Juanmita o de Giha, porque ya de Parodi casi no nos acordamos a menos que se le ocurra aspirar a ser senadora, alcaldesa de Bogotá otra vez o presidenta si así lo quiere. Le echamos la culpa a los demás sin mirar que hay un gran andamiaje armado al que también podemos hacer responsable de la calidad de la educación que era el centro de la negociación, en fin, a veces nos comportamos como unos mismos incompetentes sociales que esperan recibir, pero que parecen no saber de deberes y por ende seguramente no tendrán argumentos válidos para decir: de ésta manera apoyé el paro para que la administración le cumpliera a los educadores, que ya bastante tienen que aguantar con poco sueldo a esa mano de calillitas de las que ya hablamos.


No siendo más, feliz regreso a clases.

domingo, 25 de junio de 2017

ILUSIONES AMARRADAS


Tenemos una medida para cada cosa, tanto que muchas veces queremos medir, cuánto amor cabe en un corazón, cuánto compromiso es suficiente para las cosas importantes, cuánta pasión es necesaria para vivir la vida como una aventura sin límites. Sin embargo para nada de eso hay medida por la sencilla indeterminación de los contextos en los que sucede cada momento.

El solo hecho de mencionar ilusiones nos transporta a mundos, unos donde todo es fantástico y surreal, quizá utópico y a veces tan verdadero que flotamos en las mentiras que nuestro cerebro nos hace creer, otros donde sencillamente hay un caos ocasionado por la exagerada forma de creer que lo que hacemos es suficiente para alcanzar los estados máximos de felicidad a los que malacostumbramos a nuestro cerebro para que como casi siempre se sienta insatisfecho por no haber podido superar las expectativas.

Y sin medida pero dosificando la cantidad de ilusión que brota mi malacostumbrado cerebro, o quizá mi corazón que dice ser frio, fue cuando la quise ver entrar y sentarse justo a mi lado, saludarme de forma habitual y conversar sobre nuestras ideas de conquistar al mundo; fueron realmente pocas las oportunidades que tuve, pero fueron las suficientes para comprender que estaba frente a una excepción de la vida, de esas que cuando se está acabando el mundo te recuerdan que “todo va a estar bien”, y es cuando encaja a la perfección la frase de cajón: “parece que el mundo conspiró para que todo sucediera de esa forma” y así después de un tiempo, la volví a conocer.

Como nada es perfecto, es necesario traer a ésta mesa a todas esas personas que nos falta el centavo pa’l peso en el amor, esas a las que les llamo personas de ilusiones amarradas, que según somos los más sensatos pero no tenemos la sensatez suficiente para tomar decisiones sin el miedo de salir herido o “cagarla” sin razón; a esas que según tenemos la capacidad de identificar con meridiana claridad a la persona que vale la pena, pero que ni aun sabiéndolo tomamos el riesgo de lanzarnos sin miedo a los raspones que el viaje puede ocasionar.

La mejor parte de la historia es que la ilusión se produce porque si, quizá no sea algo tan natural como respirar, pero nace hasta del más roto de los corazones y brota de las quemada de las cenizas, y aun así, sigue siendo inexplicable por qué amarramos las ilusiones.