Las grandes relaciones se han perdido
por culpa de un “Si no me habla yo tampoco”.
El orgullo es una poderosa arma de autodefensa y
diría yo en algunos casos de autodestrucción que poseemos todos, pero no todos lo
usamos de la misma forma y con la misma fuerza, muchas veces sin darnos cuenta
nos hace más daño que protegernos en sí.
El orgullo protege nuestra dignidad y decoro,
es el muro de nuestro amor propio como seres humanos. Lo empuñamos cuando
pensamos que no se nos da el valor que merecemos o cuando nos desprecian.
No obstante el orgullo puede ser el principal
asesino de muchas relaciones personales, de amor, de amistad, incluso laborales
o de negocios, y puede llegar a separar a personas que se estiman y alejar a dos
que se aman.
Por eso aunque a veces algunas personas nos
hagan falta, nos cohibimos de expresarles nuestros saludos si quiera porque
notamos que se sienten mejor en compañía del orgullo, que muchas veces esas
mismas personas nos extrañan pero son incapaces de romperlo y buscarnos. Muchas
veces esperamos que el orgullo se vaya a dormir y las personas digan
"Hola, echaba de menos hablar contigo", pero no pasa y cuando se
encuentran dos orgullosos lo único que crecerá son millas y millas de nada.
Así que orgullo por favor, sal de su cuerpo, abandónala.
Porque aunque muchas veces otros seamos los que fallamos el orgullo y sus
actitudes derivadas impiden que las intenciones fluyan. Porque muchas veces el
orgullo hace perder las cosas que uno quiere realmente.
Entonces hay que revisar cual es el valor que
le damos a las personas y que espacio merecen en nuestra vida y nuestro
corazón. Si de verdad valoras a alguien dale vacaciones a tu ORGULLO y pon tu
AMOR a trabajar. Parece que no supieras por qué los niños se pelean y luego
siguen jugando juntos, si no lo sabes te digo que es porque su felicidad puede
más que el orgullo. Deberíamos aprender tú y yo de ellos.
Quizás el orgullo nos haga sentir fuertes, pero
nunca nos hará sentir felices, porque siempre será mejor perder el orgullo por
lo que vale la pena, por quien queremos o amamos que perder todo eso por el
orgullo.
Entonces no debemos permitir bajo ninguna
circunstancia que el orgullo sea más fuerte que nuestros sentimientos, quizá
mañana nos arrepintamos de haber dejado de hacer y decir muchas cosas, incluso
desahogarnos. Siempre con el corazón libre de esos pensamientos tendremos todo
en nuestras manos para rescatar una relación, una amistad, un vínculo, algo
perdido.
El mal genio a veces nos mete en problemas, el
orgullo es lo que no nos deja salir de ellos y el veneno que si no tragamos a
tiempo nos intoxica y es capaz de hacer que vivamos sin vida.
Tener presente que el orgullo muchas veces es
un dictador que esclaviza nuestros corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario