Escuchaba una melodía mientras
apareció tu foto, suspiré de momento y supe que involuntariamente había estado
regando una planta que no sembré, silvestre, sin saber cómo llegó ahí, descubriendo
todas sus propiedades; y pude explicármelo.
Ilusiones muertas se habían estado
sobreponiéndose por encima de las virtudes, miedos incólumes estaban terminando
de partir los pedazos de corazón que se mantenían con vida y entendí en ese
preciso instante que ellas son completamente renovables, que renacen una y otra
vez de las cenizas sin importar lo duro del impacto o el ímpetu del fuego que
encendieron las brasas del sufrimiento circunstancial.
No es amor, ¡no lo es!, ni
tampoco lo es la sensación que nuestro imaginario produce, es una emoción, una
ilusión controladamente involuntaria, que pueda que llegue hasta hoy, pueda que
llegue hasta siempre; no lo sé. ¡No lo se!
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