Lo más valioso que nos deja el tiempo son las enseñanzas, pero aun
viviendo mil años si no corregimos o mejoramos, nada de ellas habrá valido la
pena. Muchos años, son muchas oportunidades de aprovechar, son muchas
fotografías, son muchos momentos en la memoria, son tal vez muchos recuerdos;
pero es allí donde nace la pregunta ¿qué tan valiosos son esos recuerdos? o
quizá ¿qué le han dejado a mi vida?, esas son preguntas que tal vez no podremos
responder ahora, si no luego de otras muchas experiencias.
Pero caminaremos, lo seguiremos haciendo hasta tanto el destino y lo
divino permitan nuestra estancia en el, nuestras acciones y decisiones serán la
consecuencia de la luz o la oscuridad en la que transitemos o la velocidad a la
que viajemos; sin embargo habrá un inexorable número de factores ajenos a
nuestra voluntad que en alguna forma impedirán que el viento circule
libremente, que tal vez no podremos controlar en la forma necesaria, y que al
final de la historia serán nuevamente una corona que alguna vez nos nombró
soberano de una vida, pero que ahora no hace otra cosa más que hacernos pesado
el camino que transitamos.
Entonces, gritamos al mundo: ¡ya basta!, pero ¿ya basta de qué?, creo
que sería que sería ya basta de nosotros mismos, de cometer los mismos errores
y de protagonizar las mismas historias, ya basta de dar todo y recibir nada,
luciendo cual mártires sin intentarlo, siendo todo aquello que señalamos sin
advertirlo, caminando en aguas mansas, ahogándonos en un vaso que no se sabe si
está medio lleno o medio vacío.
Todo ello, fecunda un fenómeno al que necesariamente hay que llamar, “la
víctima”, porque fuimos víctimas de engaños o rechazos, víctimas de lo que no
debió ser pero permití, o víctimas de estar estático ante el dinamismo evidente
de un mundo que gira en torno al banal superficialísimo, de darle espera a algo
que ya se terminó, o sencillamente de no querer explicar la emoción que asecha
por el temor de encontrar la verdad que nos termina de romper el alma o el
corazón.
Pero todo esto es basura, porque mil palabras de razón son generalmente
vencidas por una parazón, porque hay cosas que sencillamente no conocen
razones, ni se fundan en claridad; todo esto es simplemente una coherente
historia basada en casos de la vida de mentiras que creímos real.
Así fue, así pasó, y no sé qué cambió, espero que algo.
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