El tiempo pasa, pasan muchas
cosas y otras muchísimas ni siquiera en mis sueños veo pasar, es difícil porque
tengo muchos sueños incumplidos con los que no decidiré rendirme. Pasa el
tiempo y dije mucho y muchísimas cosas que deje de decir o simplemente dije
tarde cuando ya no valía la pena. Insisto en creer que la vida no es difícil y
aunque no sea lo que yo quiero, sigo viviendo con las mismas ganas de un fin de
semana de fiesta.
Hay alguien con quien en
ocasiones quise compartir más la vida, pero que hoy creo que no hubiese valido
la pena, porque se convierte en fuente de ciertos momentos que hubiese deseado
no vivir, y no porque me hayan dejado una huella imborrable, si no porque
disminuyeron mis posibilidades para ser feliz, en esos momentos de vida.
Creí que teníamos mucho en común,
pero descubrí con los días que más allá de ciertas aficiones no hay lazos
fuertes que unan nuestras almas, porque son nortes muy diferentes, ideologías
diferentes, pensamientos diferentes, y aunque seamos de la misma trajimos diferentes
consecuencias.
Quizá sea el poder que se quiere
tener, o la influencia que se quiera generar, quizá sea una inagotable fuente
de competencia carente de fundamentos, o
una lucha de egos insatisfechos. No puedo aun definir que han sido esos inespecíficos
días, pero lo único que si se puede concluir claramente es la nula
comunicación, aunque estemos en la más profunda de las conversaciones.
No encuentro en mis intereses
reparar algún daño, no tengo claro si lo cometí, y aunque actos no involucren
mi perjuicio directamente, es parte de la misma cobija afectarse por quienes
nos arropamos con ella.
Y qué sentido tiene apropiarlos
de algo que no los involucra, qué sentido tiene abrirse si no puede hallarse una
situación. Y es que hago yo esto solo por dejar una nota contando todas las
cosas en las que se convierte la vida, y de lo tensionante que es compartir la
vida con quienes vives pero no te comunicas.
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