LOS OTOÑOS DEL
DOCTOR:
Hay momentos en los que me
resulta fácil escribir sobre la tristeza y todos sus efectos secundarios, como
si tuviera un Ph.D. en ello, nada peor que ver el horizonte y no encontrarle
sentido a la vida, nada peor que levantarse sin esperanzas a repetir exactamente
lo mismo del día anterior, nada peor que vivir sin ilusiones y peor que todo
ello junto, vivir sin amor.
Los días transcurren es una
normalidad sosegada, sin altos ni bajos que hagan las cosas diferentes,
con un especial toque de no hay nada que hacer, con un sabor insípido y un
miedo a fracasar que ninguna cátedra de vida o actitud positiva puede cercenar.
Parece que todo viviera eternamente en otoño, como si la brisa de la primavera
no asomase sus fases en este lugar.
Se alcanza a sentir que tomamos
todas las malas decisiones posibles para vivir en ese estado, tratamos de
justificar el porqué a tantas cosas malas, y muy a pesar que hayan buenas, nos
cegamos y creemos que no merecemos lo que nos está pasando. Y en el mundo de
celebra la vida ya tenemos la puerta cerrada.
Nos hacemos falsas ideas sobre
una trágica situación que no existe y probablemente nunca exista, insistimos en
creer que todos a nuestro alrededor son los más felices, sentimos copas que
brindan, música que suena y pies que danzan al compas de una alegría eterna que
parece que nunca nos acogerá a nosotros.
Nuestros ojos casi yacen, están
vacios, coloquialmente plenos de desilusión, a gemas de lágrimas, a ideas de
nadie nos puede ver así, el momento crítico del encierro, el sábado
cuando todos festejan, las quincenas cuando no recibimos pagas, el aniversario
de las perdidas, cuando se alguien se va y no regresa, cuando alguien no nos
quiere, cuando somos rechazados, cuando somos despreciados, cuando somos los
que tenemos que partir, cuando todo está mal, y nada está bien, cuando reír es
una odisea, y vivir y disfrutar no se llevan de la mano.
Somos unos muertos vivos, y todo
sinónimo se convierte en antónimo, no hay frio que nos quite el calor, ni
fresco que nos refresque, no agua que limpie, ni jabón que desinfecte, día
lluvioso que no moleste y soleado que fastidie, donde cada canción que suena
destroza los oídos, cada imagen es devastadora, cada palabra es desánimo y
aunque todo el exterior es un asco, el interior sigue siendo peor en miseria y
habitabilidad.
Nos existen fronteras que cruzar,
porque todos los sueños están destruidos, no hay son al que bailar, porque la
vida se convierte en un desierto sin oasis, no hay sed que calmar, porque no
existe ni agua salada para beber, no hay hambre, porque aunque abunde la
comida, las ganas de acabar con algo que Hay momentos en los que me
resulta fácil escribir sobre la tristeza y todos sus efectos secundarios, como
si tuviera un Ph.D. en ello, nada peor que ver el horizonte y no encontrarle
sentido a la vida, nada peor que levantarse sin esperanzas a repetir
exactamente lo mismo del día anterior, nada peor que vivir sin ilusiones y peor
que todo ello junto, vivir sin amor.
Los días transcurren es una
normalidad sosegada, sin altos ni bajos que hagan las cosas diferentes,
con un especial toque de no hay nada que hacer, con un sabor insípido y un
miedo a fracasar que ninguna cátedra de vida o actitud positiva puede cercenar.
Parece que todo viviera eternamente en otoño, como si la brisa de la primavera
no asomase sus fases en este lugar.
Se alcanza a sentir que tomamos
todas las malas decisiones posibles para vivir en ese estado, tratamos de
justificar el porqué a tantas cosas malas, y muy a pesar que hayan buenas, nos
cegamos y creemos que no merecemos lo que nos está pasando. Y en el mundo de
celebra la vida ya tenemos la puerta cerrada.
Nos hacemos falsas ideas sobre
una trágica situación que no existe y probablemente nunca exista, insistimos en
creer que todos a nuestro alrededor son los más felices, sentimos copas que
brindan, música que suena y pies que danzan al compás de una alegría
eterna que parece que nunca nos acogerá a nosotros.
Nuestros ojos casi yacen,
están vacíos, coloquialmente plenos de desilusión, a gemas de lágrimas, a
ideas de nadie nos puede ver así, el momento crítico del encierro,
el sábado cuando todos festejan, las quincenas cuando no recibimos pagas, el
aniversario de las perdidas, cuando se alguien se va y no regresa, cuando
alguien no nos quiere, cuando somos rechazados, cuando somos despreciados,
cuando somos los que tenemos que partir, cuando todo está mal, y nada está
bien, cuando reír es una odisea, y vivir y disfrutar no se llevan de la mano.
Somos unos muertos vivos, y todo
sinónimo se convierte en antónimo, no hay frío que nos quite el
calor, ni fresco que nos refresque, no agua que limpie, ni jabón que
desinfecte, día lluvioso que no moleste y soleado que fastidie, donde cada
canción que suena destroza los oídos, cada imagen es devastadora, cada palabra
es desánimo y aunque todo el exterior es un asco, el interior sigue siendo peor
en miseria y habitabilidad.
Nos existen fronteras que cruzar,
porque todos los sueños están destruidos, no hay son al que bailar, porque la
vida se convierte en un desierto sin oasis, no hay sed que calmar, porque no
existe ni agua salada para beber, no hay hambre, porque aunque abunde la
comida, las ganas de acabar con algo que supuestamente se creó por amor son más
inminentes que el preludio de su inicio.
Aunque ya nada tenga
sentido, aunque las lagrimas ya no salgan, aunque ya no queden errores por
cometer, ni desilusiones por conocer, y en ese momento, en ese preciso momentos
cuando algo positivo parecía salir de ese pedazo de vida, de ese pedazo de
situación, de ese pedazo de lugar, donde ni siquiera puede ser gris, porque
nada tiene color, en ese justo instante cuando algo parecía rescatarse de ese
estado, es cuando todo acaba. Y eso es la tristeza. Se creó por amor son
más inminentes que el preludio de su inicio.
Aunque ya nada tenga sentido,
aunque las lagrimas ya no salgan, aunque ya no queden errores por cometer, ni
desilusiones por conocer, y en ese momento, en ese preciso momentos cuando algo
positivo parecía salir de ese pedazo de vida, de ese pedazo de situación, de
ese pedazo de lugar, donde ni siquiera puede ser gris, porque nada tiene color,
en ese justo instante cuando algo parecía rescatarse de ese estado, es cuando
todo acaba. Y eso es la tristeza.
DOLORES INSUFRIBLES:
Estoy al vacio, sin fondo donde
caer, parece que todo se hubiese ido de mi vida y el lugar donde veía la luz se
pierde dentro de la oscuridad. Hay tantas cosas alrededor que no permiten el
encuentro, mil obstáculos que se convierten en inderogables porque ya nadie
quiere creer que es posible, que si se puede lograr.
Sentí que daba lo mejor de mí,
que hacia todo lo posible por alcanzar cada cosa que me propuse, pero entre
caída y caída y mil tantas que me levante no encontré el apoyo que necesitaba,
me siento atascado en reversa, que ya no hay luz que me guie hacia el lugar que
cure mis heridas.
Estoy muy enamorado de la vida
para dejarme caer, y ahora siento que no vale la pena seguirlo intentando, no
porque no quiera hacerlo, si no porque no vale la pena tener éxito si no hay
quien te aplauda. Ahora las lágrimas caen en mis manos, es inevitable toda esta
pérdida de tiempo, porque siento que he perdido cosas que no puedo reemplazar,
siento que ni siquiera puedo encontrar algún motivo que alivie todo esto que
estoy sintiendo ahora mismo.
El camino se hace eterno y no hay
aires que divisen la frescura de un paraíso, ahora cuando llueve todo va rio
abajo y no puedo contener todo eso que entre mis manos se va, estoy tan abajo
que ya no puedo ver bien, y es que estoy tan cansado de intentarlo que ya ni sé
si lo quiero lograr, ya no sé porque pasa lo que pasa.
Si es un lamento, si lo es porque
lo quiero hacer, es un momento de derrota, un momento de dolor, de duda y hasta
de fracaso, porque he perdido una, otra y otra vez más, he perdido lo que con
esfuerzo y corazón he laborado, he perdido una y otra vez la lucha de lo que
necesito, y mientras tanto otros me pavonean tener lo que quieren, yo solo me
siento cansado de esperar mi tiempo, de esperar la hora del encuentro, de ver
que venga hacia mí.
Yo escucho siempre que cumplen
sus sueños, que están con la persona que aman, siento que se ha acabado. Yo
siempre he deseado lo mejor para los demás, siempre he querido que todo vaya
bien, pero duele, duele este instante cuando como agua en las manos se va todo
y sientes que no tienes nada, que ya no hay días de gloria.
Y no tengo arrepentimientos, he
herrado tal cual los demás, tengo defectos como todos, he pecado de
pensamiento, palabra, obra y omisión; pero ¿acaso he sido el único?, duele,
duele dentro, en el corazón.
LAMENTACIONES WITH NO
PARANOIA:
Y no puedo dejar de pensar en
todas estas cosas malas que me pasan, que en el fondo no son tan malas, pero es
que cada segundo que pasa es más difícil de vivir, rodeado de cosas que te
disgustan, de aprietos que no inventaste, de situaciones que no planeaste de
consecuencias asumidas de actos que no cometimos, de tristezas que a veces no
sabemos porque sentimos. Todo el mundo hablándote de paciencia, de fe, de
fortaleza, de justicia, pero en realidad el tiempo sigue pasando y la espera es
como un calvario, porque siento que cada día que pasa hay menos oportunidad de
esas cosas que me propuse con horas y fecha, y aunque por perfeccionista y
amargado mi estrés viva en un 1000% no podre estar tranquilo hasta el día que
esas cosas logre alcanzar yo.
Pienso que a veces en lugar de
lagrimas me puede salir aceite, y siempre de momento en momento me rehúso a
pensar que la vida me ha maltratado, porque no me dio un padre que me
acompañara, me aconsejara, me viera crecer, me dio un defecto con el que la
vida se me hecho menos fácil de vivir, defecto que todos creen no es gran cosa
frente a otros, pero que en el fondo, no sabría como asumirlo, con enfrentarlo,
como darse el valor que en ciertos aspectos cuando los demás deben dártelo no
lo hacen.
Vivo suspirando por las frustraciones,
por las inseguridades, por todo lo que no hay, y yo mismo me digo que tengo
tantas cosas a mi alrededor, que he sido bendecido con tantas cosas, con tantas
personas maravillosas que tengo el placer de conocer, que Dios a pesar de no
haberme dado la normalidad, me dio otros donen que muy pocos poseemos, me dio
entendimiento, muchas cosas que pocos conocen, me dio la personalidad, me dio
tanto en realidad. Y vuelvo al mismo lugar donde encuentro la realidad con la
que no puedo ser feliz, porque en ella no hay muchos sentimientos, en ellas hay
un eterno vacío que creo que jamás podre llenar y es algo que va
mucho más allá de positivismo, entusiasmo o seguridad.
Las cosas cambian en dos por
tres, de la noche a la mañana, en un instante, en un giro de 180° y espero que
eso pase pronto, que se presenten las oportunidades, que se abran los caminos,
que pueda yo entrar a esas realidades, que lo que me auguran los demás se
cumpla ya.
Ya no puedo quejar, ya todos
conocen mi problemática y lo que me afecta no es tener problemas, todos los
tenemos, me afecta que sean los mismos y no los pueda resolver, me afecta que
son los mismos y no he sido capaz de salir de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario