martes, 10 de noviembre de 2015

ME OLVIDE DE…



Solía darle importancias inmerecidas a quienes solo transcurrían como aves de paso por un pedazo de vida, una estrella fugaz fue un siglo, se cometió yerro al pensar que la vida eran dos, tres experiencias, se vulneró el derecho al debido proceso, se contrajo nupcias con un volcán en erupción, se reboso el vaso de gaseosa, se persiguió un fruto equivocado, simplemente la vida ni fue.

Ahora me olvidé, me olvidé de vivir pensando innecesariamente en personas que 3 monedas de a centavo tienen mayor honorabilidad, me olvidé de contar historias llenas de emociones que nunca sintieron por mí, me olvide de un cielo inventado que amaneció un día que no existió en el calendario, me olvidé de escribirles, de llamarles, de ayudarles, de merecerles. Me olvidé de todas mis ganas, ingenuamente pereció un alma entera.

Y nació lo implacable, a veces vacío, a veces rozagante, creció dentro de un inmenso mar de búsquedas de ilusiones públicas por nadie queridas, aprendió de un séquito de solicitudes negadas, tomo de una botella llena de imaginaciones lúgubres, llevó de un perpetuo ímpetu mal dirigido y mal entendido, fui como un cero.

Pero yo me olvidé de eso y soy el mismo pero otro, que no sucumbe  ante los golpes del corazón, que celebra motivos propios y ajenos, que busca las respuestas, que entiende que algo va a pasar, que sabe en el fondo la razón existencial y que siempre se ríe de quien solo ha de observar.

Me olvidé de su número, de su entendimiento, de su caminar, de su dirección, mejor que me haya olvidado porque algo estaba perdido, no era precisamente yo, no era precisamente lo ajeno, era precisamente de lo que me olvidé.


Yo me olvidé de ser viejo, seré joven para siempre.

lunes, 3 de agosto de 2015

PENSAMIENTOS BALDIOS

Photo Credit by: Gregory Colbert https://gregorycolbert.com/

Me pareció que nada de lo que tuviera que decir era realmente importante porque todos esperaban escuchar mentiras que en sus pensamientos y suspiros se paseaban como verdades, mentiras creídas, mentiras odiosas, mentiras libidinosas. Y su sexto sentido no les funcionó, yació en una esquina, se fue muriendo poco a poco, como muere una flor en un verano eterno.

Anote en un libro todas las cosas que no hay que olvidar, para tenerlas presentes cada vez que un dejo de perdón se acercara a mi corazón, no por las pretensiones de viejos resentimientos si no por la dignidad de no poder bañarse dos veces en las mismas aguas, por la dignidad de no tener lo que alguna vez fue dado con bombos y platillos, por el ánimo furibundo de hacer entender que ya no puede ser.

Se presentaron los días ciegos a la puerta en el momento más inoportuno, y entorpeció toda intención de levantarse de las cenizas, como humo  humedecido por el ánimo de calmar el fuego, como las brisas secas que apagan las brasas; a veces como cuando se detiene el marcador de la vida, como si tocara pedir un frasco para guardar la sangre que derrama el corazón.

Al fin nada cambió, al fin todo siguió igual, las mentiras disfrazadas de verdad, las cosas dichas sin importancia, los momentos grises, las incomodas tensiones llenas de silencios y un sin número de incontables experiencias donde las felicidades no tenían cabida porque siempre el sórdido sonido de la venganza teñido de ingenuidad se lograba sobreponer sobre el dejo de razón de aquel grupo que solo buscaba el bien pero que entre llamado y llamado se ensucio de daño, ofensa y hasta calumnia.

Todo acabó a la vista de aquellos techos, la brisa soplaba y cada vehículo de la autopista representaba el paso de momentos que formaron una burbuja de vivencias que un leve soplo reventó.


De aquí pa’ lante pie de plomo, sabiendo la baldosa que hay que pisar.